Manlio Argueta (n. San Miguel, El Salvador; 24 de noviembre de 1935), es un poeta y novelista salvadoreño.12 Perteneció a la Generación comprometida, un grupo literario creado por Italo López Vallecillos (1932-1986), junto con Roque Dalton (1935-1975), Álvaro Menen Desleal (1931-2000), Waldo Chávez Velasco (1932), Irma Lanzas (1933), Orlando Fresedo(1932), Mercedes Durand (1932-1998), Ricardo Bogrand (1930), Mauricio de la Selva y otros.
Manlio Argueta estudió derecho en la Universidad de El Salvador, si bien su compromiso social y su amor por la literatura posteriormente le llevaron por el camino de esta.3 Debido a la situación política y la guerra civil de su país entre los años 1972 y 1993 se exilió en Costa Rica. Actualmente reside de nuevo en El Salvador y es el director de su Biblioteca Nacional.
2. Caperucita en la zona roja, ganó el Premio Latinoamericano de novela, Casa de Las Américas, La Habana, Cuba, 1978,. Otras publicaciones de esta novela: Editorial Costa Rica, San José, C. R., UCA, Editores, San Salvador. Hay varias ediciones en UCA, Editores, San Salvador. Fue publicada en inglés como Little red riding hood in the red light district, Curbstone Press, Connecticut, USA, 1999.
3. Un día en la vida y, publicada al inglés por Vintage Book de Random House, 1983, Nueva York, y por Chatto & Windus, de Londres, logró reconocimiento internacional. Posteriormente ambas novelas fueron publicadas en idioma alemán. Posteriormente ha sido traducida a quince idiomas, una de las novelas latinoamericanas más conocidas en Estados Unidos e Inglaterra, al escribirse varios libros críticos sobre ella y recibir reseñas elogiosas de los más importantes periódicos de habla inglesa.
Se constituye así en una de las obras contemporáneas de procedencia hispana más estudiadas y leídas por la academia universitaria internacional: libro de texto en Ciencias Sociales, Ciencias Políticas y Literatura. Reseñas y artículos en el New York Times, Newsweek, The Independence en Inglaterra, Le Monde Diplomatique en Francia, y periódicos de Holanda, Dinamarca, Suecia y Noruega
Esta novela, así como otras posteriormente traducidas al inglés y alemán, le ha valido convertirse en conferenciante en varias universidades del mundo y fue calificada como la quinta novela más importantes del Siglo XX, escritas en español.
Un Día en la Vida, ha sido adaptada al teatro por su autor, con presentaciones en Holanda, Estados Unidos, Costa Rica, Nicaragua, Cuba y El Salvador.
4. Cuzcatlán donde bate la Mar del Sur publicada al inglés por Vintage Book de Random House, 1983, Nueva York, y por Chatto & Windus, de Londres. Traducida en Alemania. Fue publicada por primera vez en Honduras y Costa Rica. Hay tres ediciones en El Salvador. De esta obra se hizo una película documental con el nombre de Cuzcatlán Stories en 1989, Londres, Inglaterra, habiendo pasado por la Tv europea (traducida a varios idiomas).. Directora: Jane Ryder. El autor elabora el guion de esa película (writer) y asesora la trabajo de edición fílmica en Londres.
5. Milagro de la Paz, publicada por Adelina Editores, San Salvador, cuatro ediciones. Publicada en inglés por Curbstone Press, USA, con el nombre de A Place Called Milagro, 2000.
6. Siglo de O(g)ro, Depto. de Publicaciones de CONCULTURA, San Salvador, 2000. Dos ediciones. Traducida y publicada en inglés con el nombre de Once upon a time (Bomb), aun sin publicar.
7. Poesía Completa de Manlio Argueta, Editorial Hispamérica, Universidad de Maryland. Estudio e investigación del Dr. Atsvaldur Asvaldsson de la Universidad de Liverpool.
8. Los Poetas del Mal, novela inédita, 2002, aun sin publicar.
9. El Sexto Muro, novela inédita (Premio fundación Guggenheim de Nueva York). El tema de la emigración y la violencia.
10. Franciscana, novela inédita ubicada en los Estados Unidos
11. Operation Möwe mit blauen Augen (Operación Gaviota de ojos azules), en: Carlos Rincón (ed.): Erkundungen. 50 Erzähler aus Mittelamerika, Berlín (Verlag Volk und Welt) 1988, p. 322-325.
Edgardo Alfredo Espino Najarro (Ahuachapán; 8 de enero de 1900-San Salvador; 24 de mayo de 1928),1 conocido como Alfredo Espino, fue un poeta salvadoreño.
Nació en el Departamento de Ahuachapán, zona occidental de El Salvador, el 8 de enero de 1900. Hijo de Enriqueta Najarro de Espino y Alfonso Espino, ambos profesores y poetas, creció en un hogar que respiraba poesía y amor al arte.
En 1920 ingresó a la Universidad de El Salvador, inscribiéndose en la Facultad de Jurisprudencia. Durante su instancia en la Ciudad Universitaria, fue parte de tantas actividades dentro de la misma, inclusive de manifestaciones hechas por estudiantes para evitar el alza de los precios de pasaje en tranvía.4
Los últimos años de su vida se volvieron muy adversos; la negativa de sus padres para consentir su casamiento con ciertas jóvenes lo condujo a constantes desequilibrios emocionales y amorosos.4 Para mitigarlos, se entregó a largos ratos de bohemia, en bares y burdeles de la capital del país.
Fue durante una de estas crisis alcohólicas que él mismo puso fin a su vida, en la madrugada del 24 de mayo de 1928 en la ciudad de San Salvador.
Sepultado primero en el Cementerio General capitalino —donde los discursos de estilo corrieron a cargo del doctor y escritor Julio Enrique Ávila y los entonces bachilleres Manuel F. Chavarría y Rafael Vásquez—, desde hace unos años los restos de Espino fueron trasladados a la Cripta de los Poetas, en el camposanto privado Jardines del Recuerdo, al sur de la ciudad de San Salvador.
Su único libro, Jícaras tristes,2 una recopilación de 96 poemas —publicado póstumamente con la colaboración de varios amigos y prologada con un texto esclarecedor de Alberto Masferrer—, es considerado como un poemario nacional por sus contemporáneos; su autor es de los más leídos y comentados, pero no estudiado o analizado en su expresión.
Tiene una poética delicada; buscó plasmar su terruño con una visión lírica; la que presentó con un estilo sencillo, fácil de captar, por lo tanto, sin complicaciones formales;8 escribió sonetos, romances y versos libres.
Obras
· Espino, Alfredo (2001) [1932, póstumo]. Jícaras tristes (13.ª edición). San Salvador: UCA Editores.
Véase también
· Cementerio de Los Ilustres
Luis Roberto Armijo Navarrete nació en Chalatenango en 1937. A la edad de diez años se trasladó hacia la capital para proseguir sus estudios. Andaba descalzo y trabajaba vendiendo periódicos en la calle, para poder ganarse unos centavos.
Posteriormente inicio sus estudios en la Universidad de El Salvador y pronto formó parte de un reconocido grupo literario llamado “Generación Comprometida”, el cual estaba integrado por Otto René Castillo, Roque Dalton y Manlio Argueta, entre otros exponentes de la literatura Salvadoreña.
En 1970, Roberto Armijo obtuvo una beca para estudiar teatro en París (Francia), otorgada por la Universidad de El Salvador, en la cual se encontraba trabajando como Director de la librería Universitaria.
En 1972 se produjo un intento de golpe de estado en El Salvador, por lo cual no pudo regresar al país y permaneció en el exilio en Francia. Regresó hasta veinte años después, cuando el FMLN y el gobierno de Alfredo Cristiani firmaron los acuerdos de paz.
Durante esas dos décadas, Armijo se vinculó al mundo académico francés, gracias a su amigo, el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias. Fue profesor de la Universidad de París en literatura latinoamericana.
En Francia desplegó una importante actividad intelectual y política, sobre todo en la década de los 80, cuando fungió como representante del FMLN en Francia.
Es un importante pilar de nuestra literatura Salvadoreña. Escribió ensayo, novela, crítica, teatro, cuento y poesía.
Algunas de sus obras son:
– La Noche ciega al corazón que canta, (poesía) 1959.
– Seis elegías y un poema, (poesía) 1965.
– Jugando a la Gallina Ciega, (teatro) 1970.
– Trilogía de Teatro de Roberto Armijo, (teatro) 1990.
– El Asma de Leviathán (narrativa).
– Los Parajes de la Luna y la Sangre (poesía) 1996.
– Cuando se Encienda las Lámparas, (poesías) en prensa 1996.
Roberto Armijo murió en 1997, en París, víctima de cáncer. Sin embargo, sus manos temblorosas, de muerto ya, alcanzaron a escribir un par de páginas sobre sus impresiones de su tierra natal Chalatenango y su desilusión, tras su regreso luego de varios años de ausencia.
“Ahora solo piedras y más piedras. Se acabaron para siempre los pinos de Chalatenango”, escribió pocos días antes de morir.
Parte de la inspiración de convertirse en poeta viene de las historias que la madre del poeta contaba mientras cocinaba en la cocina de barro en Chalatenango.
Siempre mantuvo su corazón campesino, bondadoso…
El parque de la Colonia Cayaguanca en el Barrio San José en Chalatenango, lleva el nombre de Roberto Armijo , para honrar la memoria de este Chalateco destacado.
(Francisco Antonio Gavidia Guandique; San Miguel, 1863 - San Salvador, 1955) Poeta salvadoreño que comenzó su labor literaria dentro del romanticismo y fue luego una de las figuras clave del modernismo hispanoamericano. Su figura abrió una etapa para la literatura de El Salvador y de América Latina en general, pues se le considera, junto al nicaragüense Rubén Darío y al cubano jose martí, uno de los iniciadores de la poesía modernista.
Los estudios clásicos, el periodismo y la política llenaron su vida. Se formó en su país, pero viajó por Europa y América del Norte y del Sur. Se enamoró de los parnasianos, tradujo a los románticos franceses (victor hugo, Alphonse de Lamartine) y tuvo la gloria de iniciar a Rubén Darío, según confesión del maestro de la poesía moderna, en el conocimiento de los parnasianos y los simbolistas franceses y en el manejo del alejandrino con amplia libertad en los cortes y en el ritmo, lo que había de cuajar después en la revolución modernista, con todas sus consecuencias y secuelas literarias.
El punto de partida de estas innovaciones fue la traducción que en 1884 hizo Gavidia de una composición de Víctor Hugo, "Stella". También se le deben algunos ensayos de adaptación del hexámetro clásico a nuestro idioma. Sin embargo, Francisco Gavidia fue todavía, y más que nada, un romántico que enseñó a Rubén Darío a manejar el hexámetro griego y el alejandrino francés en lengua castellana. En esa adaptación al castellano, Víctor Hugo lo influyó con el espesor y poder de su verso. La bella exactitud de los versos de Gavidia es un elemento constante: "La curva de su casto pecho / Que alza su seno al respirar tranquila, / Como ola mansa voluptuosa oscila / En el mar de blancura de su lecho."
Por otro lado, su poesía también describió o ayudó a imaginar la realidad de su país, con escenas continentales. Indagó el pasado histórico prehispánico y colonial, pues conocía la cultura de los mayas, los toltecas y los nahoas, además del humanismo grecolatino y europeo, factor que lo hizo practicar una poesía mesurada y poco artificiosa. Sus versos son de gran musicalidad, innovando en los ritmos y la métrica. Algunos críticos sitúan a Sóteer o La tierra de Preseas (editado completo en 1949) como su libro fundamental, pero destacan, además, Versos (1884) y El libro de los azahares (1913).
Gavidia también cultivó otros géneros como el teatro (buscando un lenguaje que lo aproximara al público): Júpiter (1885), Ursino (1889), Conde de San Salvador o el Dios de las cosas(1901), Lucía Lasso o Los piratas (1914), La torre de marfil (1920) y el poema dramático La princesa Catalá (1944) son algunas de sus obras.
A través de los periódicos de la época, por otra parte, realizó además una labor crítica y publicó ensayos educativos. Su ensayística fue recogida fundamentalmente en Discursos, estudios y conferencias, en 1941. Sus relatos, para los que buscó inspiración en los tiempos precolombinos y coloniales y en tradiciones foráneas, fueron reunidos en varios libros, entre ellos Cuentos y narraciones (1931).Destacada figura del parlamentarismo en su país, fundó periódicos en diversas repúblicas centroamericanas y publicó La primera forma de gobierno en Centroamérica; intentó la creación de un idioma universal; escribió obras sobre música, historia y filosofía (como Estudio sobre la personalidad de Juan Montalvo y Pensamientos); se le coronó como "meritísimo" en 1933 con gran solemnidad, presidió la Academia Salvadoreña de la Lengua y logró estrenar con éxito algunos de sus dramas.
José Roberto Cea (Izalco, Sonsonate, 10 de abril de 1939) es un poeta y novelista salvadoreño. Director de la revista “La Universidad”, codirector de la revista “La Pájara Pinta”, secretario de Relaciones Públicas y Promoción Universitaria de la UES, miembro del Consejo Editorial del Consejo Superior Universitario (CSUCA) y jefe de Relaciones Públicas de la UES y ha ocupado diversos cargos relacionados con la Universidad de El Salvador.
Uno de sus cuentos, titulado "El ausente no sale", sirvió para que la estatal Television Educativa realizara una breve producción fílmica (1983), que contó con un guión del escritor Ricardo Guevara y la actuación de Francisco Andrés Escobar.
Obras.
· Letras I, II y III (Para estudios de Bachillerato).
· Antología General de la poesía en El Salvador, (antología poética), 1971.
· Mester de Picardía (poesía erótica), 1977.
· Los Herederos de Farabundo (poesía); Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, Nicaragua, 1981.
· Ninel se fue a la Guerra (novela); Premio Froylán Turcios de Novela, Honduras, 1984.
· Los Pies Sobre la Tierra de Preseas..., (poesía) Premio Único de Poesía Certamen Latinoamericano de EDUCA, Costa Rica, 1984.
· Dime con Quien Andas y... (novela).
· En este Paisíto nos toco y no me corro (novela); Premio Guatemalteco de Novela, 1989.
· De la Pintura en El Salvador (Ensayo- Histórico-Crítico) 1986.
· De la Guanaxia Irredenta (Cuentos); Premio General Omar Torrijos Herrera en Cuento, del Certamen del Instituto Nacional de Cultura, 1987.
· Pocas i Buenas (Antología Poética).
· La Guerra Nacional (narrativa).
· El Cantar de los Cantares y Otros Boleros, (poesía), 1993
· Teatro en y de una Comarca Centroamericana; (Ensayo- Histórico-Crítico) 1993.
· Sihuapil Tatquetsali, (novela), 1997.
· La Generación Comprometida, (narrativa), 2002.
· El Cantantar de los Cantares y otros boleros, (poesía), 2003.
(Vicente Alberto Masferrer Mónico; Tecapa, 1868 - San Salvador, 1932) Escritor e intelectual salvadoreño. De personalidad polémica, fue una de las figuras más dinámicas de la vida cultural y política de su país y ejerció una fuerte influencia en las generaciones más jóvenes.
Hijo de una ciudadana salvadoreña, Leonor Mónico, y de un español afincado en El Salvador, Enrique Masferrer, su padre se negó en un principio a reconocerlo como vástago; posteriormente se avino a reconocer su paternidad y Alberto pasó a vivir a la casa de su progenitor. Cursó sus primeras letras en la escuela de Jucuapa y, a los diez años de edad, ingresó colegio que había fundado en San Salvador la pedagoga francesa Agustine Charvin.
En 1883 fue enviado por su padre a Guatemala en represalia por haberse negado a cumplir un castigo que le había impuesto. El jovencísimo Masferrer rechazó la custodia paterna y vagabundeó por Guatemala, Honduras y Nicaragua, trabajando en oficios como el de buhonero.
Ejerció luego la docencia en el departamento nicaragüense de Rivas, desde donde fue enviado a la isla de Ometepe para que impartiera clases en el presidio que allí se levantaba. Posteriormente se trasladó a San Rafael del Sur, donde asumió la dirección de la Escuela de Varones. En 1885 se trasladó a Costa Rica, donde apenas permaneció un año, y en 1886 regresó a su país natal y fue profesor en El Carrizal, donde residió durante tres años. En 1889 fue nombrado director de la escuela de Jucuapa, la misma en que el propio Masferrer había recibido sus primeras clases.
En 1890 fue nombrado subdirector escolar en Sensutepeque y archivero de la Contaduría Mayor en San Salvador; dos años después asumió la dirección del Diario Oficial, y en 1900 se convirtió en secretario del Instituto Nacional, cargo que abandonó un año más tarde, cuando fue nombrado cónsul de El Salvador en Buenos Aires (Argentina). Inició así una carrera diplomática que lo llevaría a ocupar los consulados salvadoreños en Santiago de Chile (1902), San José de Costa Rica (1907) y Amberes (Bélgica, 1910). Fue delegado de El Salvador en la Conferencia de La Haya (1912), colaborador en el Segundo Congreso Científico celebrado Washington en 1915, asesor del Ministerio de Instrucción Pública y director del Instituto Ixeles (1916).
Su labor literaria y ensayística se desarrolló paralelamente. En 1923 se convirtió en uno de los editorialistas del periódico El Día, y en 1928, en compañía de los escritores y periodistas Alberto Guerra Trigueros y José Bernal, fundó en la capital salvadoreña el rotativo Patria, donde se hizo cargo de la sección editorial y de una aplaudida columna titulada Vivir. Sus trabajos periodísticos publicados en este diario fueron recopilados al cabo de varios años por el poeta y crítico literario Pedro Geoffroy Rivas, y publicados por la editorial de la Universidad de El Salvador. Masferrer brilló también como periodista en territorio chileno, donde, bajo el pseudónimo de "Lutrín", firmó una columna humorística que aparecía en los rotativos El Chileno, de Santiago, y El Mercurio, de Valparaíso.
En los últimos años de su vida, Alberto Masferrer se implicó en la política de su país. Participó ardientemente en la campaña electoral de 1929 y 1930 a favor del partido laborista, apoyando al candidato Arturo Araujo, quien, elegido presidente en 1931, resultó inmediatamente derrocado por el golpe de estado del general Maximiliano Hernández Martínez. Las matanzas posteriores a manos del ejército salvadoreño desengañaron a Masferrer, quien hubo de partir a Guatemala y a Honduras sumido en la pobreza y la enfermedad.
Según sus propias palabras, él quería "Luchar contra todas las injusticias; declarar la guerra a la miseria y la ignorancia; meter el hombro a las clases desheredadas sin humillar a las favorecidas; consagrar nuestro esfuerzo al triunfo de la verdad y de la virtud (...). Considerado de esta manera, el socialismo es la más santa de las doctrinas: es el cristianismo en sus más avanzadas consecuencias. En este sentido, nuestra literatura debe ser socialista", palabras que operan como una especie de poética o al menos de programa cultural y social. Este episodio sumió al escritor en una amarga decepción que se agravó por sus problemas de salud y por el agotamiento que le produjo el viaje a Guatemala. De regreso a El Salvador, muy mermado de facultades, falleció en la capital del país el 4 de septiembre de 1932.
El magisterio de Alberto Masferrer dejó una honda huella en la juventud de su país; basta citar como ejemplos dos de las principales figuras de la literatura salvadoreña del siglo XX: la poetisa Claudia Lars y el narrador Salarrué [Salvador Salazar Arrué]. Su obra se caracteriza por una mezcla de socialismo y misticismo religioso y por una visión un tanto ambigua de los problemas sociales. Su primer libro, Páginas (1893), a pesar de estar enclavado en el modernismo, se destacó por su impronta social. Entre sus obras más importantes figuran La nuevas ideas (1910), Ensayo sobre el destino (1926), El dinero maldito (1927) y El minimun vital (1929). La obra Las siete cuerdas de la lira (1926) ahondó en los misterios del cosmos, la psicología y las fuerzas sobrenaturales.
Otros títulos de su producción son Naderías (1900), Recortes (1908), ¿Qué debemos saber?(1913), Pensamientos y formas (1921), El buitre se tornó calandria (1922), Ensayos y figuraciones sobre la vida de Jesús (1927), Helios (1928), La religión universal (1928) y El libro de la vida (1932). Póstumamente se publicó El rosal deshojado (1935). Su copiosa producción literaria le valió un asiento en la Academia Salvadoreña de la Lengua, donde ocupó la silla N, en sustitución del poeta y militar Juan José Cañas.
(Sonsonate, 1899 - San Salvador, 1976) Artista y escritor salvadoreño. También conocido por el seudónimo de Salarrué, fue una de las voces fundamentales de la literatura hispanoamericana por su concisión y fuerza en la recreación de la realidad de su pueblo. Su identificación con el mundo del campesino salvadoreño y sus exploraciones en los asuntos esotéricos orientales y de ciencia ficción han llevado a valorarlo como uno de los iniciadores de la nueva narrativa latinoamericana y como destacado exponente de la cultura de su país. Sus Cuentos de barro (1933), relatos de extrema brevedad, contribuyeron a forjar la estética del cuento hispanoamericano.
Instalado con su familia en la capital salvadoreña desde los ocho años, a los diez años publicó ya sus primeros textos en el Diario de El Salvador. Formado en el Liceo Salvadoreño, el Instituto Nacional y la Academia de Comercio, estudió además pintura y dibujo con el maestro greco-ruso Spiro Rossolimo, y más tarde, gracias a una beca, en la Corcoran School of Art de Washington, donde con veinte años realizó su primera exposición individual en la Hisada's Gallery.
De regreso a El Salvador, contrajo nupcias con la artista Zelie Lardé y comenzó a prestar servicios laborales en la Cruz Roja. En 1928 fue contratado como redactor jefe del diario Patria, dirigido por los escritores Alberto Masferrer y Alberto Guerra Trigueros. Publicó allí artículos y su primeros relatos, reagrupados luego en Cuentos de cipotes. Fundó y dirigió las revistas Amatl y Espiral; a lo largo de su vida colaboraría en numerosas rotativos y revistas literarias y artísticas.
Miembro de la Sociedad de Amigos del Arte (1935-1939), durante varios años trabajó como agregado cultural de la delegación diplomática en Estados Unidos, y participó en la Conferencia de Educación organizada en julio de 1941 por la Universidad de Michigan. Alternó la literatura con la pintura; se recuerda especialmente el éxito de sus exposiciones en Nueva York y San Francisco (1947-49) y de algunas de las que realizó posteriormente en su país y de nuevo en Estados Unidos entre 1958 y 1963. Otra de sus facetas artísticas fue la de compositor: se le deben más de un centenar de canciones.
En 1963 ocupó el puesto de Director General de Bellas Artes, y en 1967 fundó, en el parque Cuscatlán, la Galería Nacional de Arte (actualmente conocida como Sala Nacional de Exposiciones), centro cuya dirección asumió. Desde 1973 hasta su fallecimiento fue asesor cultural del gabinete del Director General de Cultura, Carlos de Sola.
La obra literaria de Salarrué lo ha colocado en el justo papel de clásico no sólo de la literatura salvadoreña, sino también de la cuentística en castellano. Su peculiar costumbrismo es más bien un énfasis en la lengua de su pueblo, una visión tierna de los pequeños seres que atraviesan, con su ternura y miseria, los paisajes de su país. Escribió acerca de campesinos y desplazados de las urbes, identificándose con sus problemas y rasgos, así como con su materia verbal, que reproduce la tensión idiomática entre los dialectos, las lenguas indígenas y el castellano.
En su caso también se ha hablado de realismo mágico: un buen ejemplo de ello es el célebre cuento "El anillo de Oricalco", que desarrolla el tema de la muerte, los indios magos y el tópico del anillo encantado. Sus primeras novelas fueron El Cristo negro (1927) y El señor de la burbuja (1927). Con Oyarkandal (1929), recopilación de relatos, dio a conocer sus primeros cuentos fantásticos.
Entre sus títulos posteriores deben destacarse Remontando el Uluán (1932), Cuentos de barro(1933), Conjeturas en la penumbra (1934), Eso y más (cuentos, 1940), Cuentos de cipotes(1945; 1961, edición íntegra), Trasmallo (cuentos, 1954), La espada y otras narraciones(1960), La sed de Sling Bader (novela, 1971), Catleya luna (novela, 1974) y Mundo nomasito(poemas, 1975). Entre 1969 y 1970, a instancias de la editorial de la Universidad de El Salvador, el poeta y narrador salvadoreño Hugo Lindo se encargó de prologar los dos tomos de las Obras escogidas de Salarrué, quien intervino directamente en la selección de los textos.
(San Salvador, 1935 - cerca de Quezaltepeque, 1975) Poeta salvadoreño cuya obra, de estilo coloquial y socialmente comprometida, fue partícipe de la renovación de la lírica latinoamericana de la década de 1960. Nacido en la popular barriada de San José de la capital salvadoreña, el joven Roque Dalton cursó sus primeros estudios en los colegios religiosos Santa Teresita del Niño Jesús y Bautista, para ingresar posteriormente en el Externado de San José, donde en 1953 obtuvo el graduado como bachiller.
Desde muy joven manifestó una acusada conciencia social que le llevó a militar en los movimientos revolucionarios que luchaban por las mejoras sociales en Centroamérica. En 1956, mientras estudiaba Leyes en la Universidad de El Salvador, fue en uno de los miembros fundadores del Círculo Literario Universitario, y en 1957 se desplazó hasta Moscú como delegado salvadoreño en el Sexto Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad. Previamente había estado en Chile para cursar estudios superiores de Jurisprudencia (1953), carrera que complementó en su país natal con la de Ciencias Sociales (1954-1959), y en la Universidad de México con la de Etnología (1961).
Por aquel entonces ya era Roque Dalton una de las voces jóvenes más prometedoras de la poesía hispanoamericana contemporánea. Algunas de sus primeras composiciones habían sido galardonadas en varias ediciones del Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959). En 1963, con la publicación de uno de sus mejores poemarios, El turno del ofendido, se consolidó como el poeta salvadoreño más relevante de su tiempo. La obra fue distinguida con una mención honorífica en el certamen Casa de las Américas, certamen que siete años después ganaría con el poemario Taberna y otros lugares (1969).
Su actividad política corría pareja a su dedicación a la creación literaria. Miembro del Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Dalton ya había sido encarcelado en varias ocasiones en su país natal cuando, en 1961, se vio abocado a tomar el camino del exilio. Emprendió entonces un periplo que le llevó a residir y trabajar en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, estancias en el extranjero que solía interrumpir con esporádicas visitas a su país natal. Se ganaba la vida con los ensayos y artículos que iba publicando, lo que le permitió viajar también, unas veces por motivos periodísticos y otras por activismo político, a las Repúblicas de Vietnam y Corea, y a numerosos países europeos y sudamericanos.
Por desavenencias con los dirigentes izquierdistas de su país, en 1967 abandonó el Partido Comunista y se mantuvo al margen de su militancia política hasta que, en 1973, regresó a El Salvador para alistarse en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde tomó el pseudónimo guerrillero de Julio Delfos Marín. Tras colaborar activamente con esta organización clandestina partidaria del enfrentamiento directo y la lucha armada, por oscuras razones que nunca se han llegado a aclarar fue perseguido, juzgado y ejecutado por sus propios compañeros de armas, que abandonaron su cuerpo en un paraje agreste donde fue despedazado y devorado por las fieras. Esta ejecución desencadenó airadas protestas en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores hispanoamericanos, abanderados en su condena por el argentino Julio Cortázar.
La poesía de Roque Dalton
Aunque de rasgos coloquiales, la obra de Roque Dalton se sustentó en la fuerza de las palabras y del ethos implicado en ellas, como en los siguientes versos: "La vida paga sus cuentas con tu sangre / y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor. / Cógele el cuello de una vez, desnúdala, / túmbala y haz de ella tu pelea de fuego, / rellénale la tripa majestuosa, préñala, / ponla a parir cien años por el corazón. / Pero con lindo modo, hermano, / con un gesto propicio a la melancolía". En sus versos subyace un espíritu rebelde que plantea temas de fuerte contenido social, tratados de una manera a veces tierna y a veces irónica y sarcástica, cuyo resultado es de un enorme lirismo.
Sus influencias fueron el surrealismo y las vanguardias europeas en general, la poética conversacional latinoamericana (sobre todo voces como la del chileno Nicanor Parra, que habían traído nuevos aires irónicos a la lírica del continente), la poesía moderna de expresión inglesa, los clásicos en lengua española y algunos poetas contemporáneos, como el guatemalteco Otto René Castillo, el cubano Roberto Fernández Retamar, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el argentino Juan Gelman.
Una parte de su obra ahonda en las aproximaciones entre el relato breve y el poema en prosa, tentativa en la que alcanzó buenos resultados. Un equilibrio entre calidad del lenguaje, ingenio, intelecto, amor humanista y visión política confluyen en sus mejores títulos, como en su célebre Taberna y otros lugares (1969), merecedor del premio Casa de las Américas, tal vez su libro más importante. Antes había publicado La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido (1963), El Mar (1964) y Poemas (1968). Luego publicó los libros Las historias prohibidas de pulgarcito (1975, poesía); y Pobrecito poeta que era yo (1976, novela).
Póstumamente aparecieron algunos títulos inéditos y varias recopilaciones antológicas de sus versos, como Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenin (1986), Un libro levemente odioso (1988), En la humedad del secreto (antología compilada por Rafael Lara Martínez, San Salvador, 1994) y Antología mínima (a cargo de Luis Melgar Brizuela, San José de Costa Rica, 1998). En el campo del ensayo, publicó una monografía titulada El Salvador (1963), un ensayo sobre César Vallejo (1963) y un volumen de testimonios aparecido bajo el epígrafe de Miguel Mármol (1972). Compuso además algunas piezas teatrales, como Caminando y cantando(publicada en 1976) y Los helicópteros (escrita en colaboración con José Napoleón Rodríguez, e impresa en 1980).
(Carmen Margarita Brannon Vega; Armenia, 1899 - San Salvador, 1974) Poetisa salvadoreña, una de las voces más sobresalientes de la lírica centroamericana del siglo XX.
Hija de Peter Patrick Brannon, ingeniero norteamericano, y de la salvadoreña Carmen Vega Zelayandía, estudió en el colegio La Asunción de la ciudad de Santa Ana, donde la joven Claudia se decantó por los estudios humanísticos. Religión y poesía se vincularon en su hogar para acrecentar su sensibilidad natural. Desde muy pronto recibió la influencia de los clásicos antiguos y españoles (Góngora, Quevedo, Fray Luis de León), así como la de los románticos ingleses y de Rubén Darío. También coincidió con algunos de sus contemporáneos, como el cuentista salvadoreño Salarrué.
Poetisa precoz, con diecisiete años publicó un breve poemario que pasó inadvertido: Tristes mirajes, que vio la luz gracias al mecenazgo del general y poeta Juan José Cañas, uno de sus primeros mentores. Por esa época Claudia Lars mantenía relaciones sentimentales con el poeta Salomón de la Selva. Pero en 1919, cuando habían ya formalizado su compromiso de matrimonio, el padre de Claudia decidió romper el vínculo y enviar a su hija a los Estados Unidos, a casa de unos familiares afincados en Pennsylvania. Allí conoció a Le Roy Beers, con quien contrajo matrimonio tras un breve período de noviazgo.
Sin abandonar el país norteamericano, la poetisa se instaló en compañía de su nuevo esposo en el barrio de Brooklyn de Nueva York, donde ejerció como profesora de lengua castellana en la Escuela Berlitz. En 1927 tuvo ocasión de regresar a su país junto con su cónyuge, que acababa de ser nombrado cónsul de los Estados Unidos en El Salvador. Aposentados en la capital salvadoreña, a finales de 1927 nació su primer hijo, Le Roy Beers Brannon, que sería el único vástago de Claudia Lars.
Claudia Lars volvió a frecuentar los cenáculos literarios, en especial el congregado alrededor del poeta Alberto Guerra Trigueros, compuesto por escritores como Alberto Masferrer, Salarrué y Serafín Quiteño. En ese nuevo ambiente la poesía de Claudia Lars fluyó de nuevo con espontaneidad y soltura, lo que se tradujo en 1934 en una nueva entrega lírica: Estrellas en el pozo, publicada en las famosas Ediciones Convivio por voluntad expresa de su director, el intelectual costarricense Joaquín García Monge.
Esta obra, bien recibida por críticos y lectores, allanó el camino del siguiente poemario de Claudia Lars, Canción redonda (1936), al que siguió, tras un paréntesis, La casa de vidrio(1942). En este fértil periodo publicó también Romances de norte y sur (1946), Sonetos (1947) y Ciudad bajo mi voz, libro premiado en el Certamen Conmemorativo del IV Centenario del Título de Ciudad de San Salvador.
En 1948 se instaló en Guatemala para ejercer allí sus competencias como agregada cultural de la Embajada de El Salvador, cargo con el que acababa de honrarla el gobierno salvadoreño. En Guatemala conoció además a quien habría de convertirse en su segundo esposo, Carlos Samayoa Chinchilla.
A su regreso a El Salvador, continuó desempeñando algunos cargos públicos en el departamento editorial del Ministerio de Cultura, donde poco tiempo después asumiría la dirección de la revista Cultura. Mostró una mayor madurez conceptual y expresiva en el volumen Donde llegan los pasos (1953), al que siguió, dos años después, Escuela de pájaros(1955), un texto con el que se acercaba a los lectores infantiles.
En 1959 publicó Fábula de una verdad y Tierra de infancia, obra que presentó como sus memorias poéticas. En 1961 se imprimió una muestra antológica de sus versos destinados a los niños (Girasol), que se complementó aquel mismo año con una selección del resto de su producción lírica (Presencia en el tiempo). Al año siguiente, su poemario Sobre el ángel y el hombre fue distinguido con el segundo premio del Certamen Nacional de Cultura, y en 1965 fue galardonada con el primer premio del certamen conmemorativo del cincuentenario de los Juegos Florales de Quezaltenango (Guatemala), por su libro Del fino amanecer. Su última obra, Nuestro pulsante mundo, se publicaría en 1969.
Desde su libro inicial, Estrellas en el pozo (1934), el ideal poético de Claudia Lars quedó en evidencia: la transparencia, la sencillez y la ternura como revelación de la belleza, a través de un notable conocimiento formal del verso. El paisaje y los seres que lo habitaban, así como el tema familiar, la influyeron hondamente, como reflejó en La cantora y su pueblo. Ella misma declaró: "Bajo los temores y las supersticiones que con los años se irían desprendiendo de mi credulidad como hojas sin savia, la abuela sembraba en mi mente ideas magníficas: la diferencia que hay entre la cobardía y la acción heroica; entre la pureza del alma y los bajos instintos corporales".
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